La tecnología crece a pasos agigantados, hoy en día tenemos al alcance mucho de lo que antes parecía imposible acceder. Tal es el caso de la impresora en 3D, hace 30 años cuando Chuck Hull realizó la primera impresión en 3D no se imaginó que hoy, daría pie a una próxima revolución industrial, como afirman algunos expertos.
Uno de los primeras industrias que probaron esta invención fueron las automotrices y aeroespaciales, organizaciones como Mercedes Benz y General Motors, la utilizaron para generar prototipos y a su vez, la NASA contempló la impresora ‘Zero G’ como una herramienta considerada para imprimir objetos en 3D a bordo de las naves espaciales, esto sería útil para crear lo que se necesitara sin la necesidad de mandarlo a hacer en la Tierra.
Otros ámbitos como el área de la medicina y la industria de la moda, también sacan provecho de las impresoras en 3D, hoy en día se desarrollan prótesis y hasta órganos gracias a ello, y diseñadores como Chanel, Versace y Zac Posen han hecho uso de las impresoras 3D en sus diseños. Al mismo tiempo, marcas como New Balance y Nike han creado plantillas que ahora son usadas en sus tenis.
Las impresoras 3D, son artefactos funcionales y prácticos, pueden imprimir en materiales como: plástico, acero, titanio y hasta chocolate y caramelo. Hoy, son muchas los hogares que tienen alcance a las impresoras 3D por lo que permite la personalización y la fabricación de lo que deseas, más rápido, con menos contaminación y ahorrando dinero.
Sin embargo, además de tener muchas ventajas, en el futuro, si todos tenemos una impresora 3D en nuestras manos podrá contribuir a la falsificación y a la reducción del empleo en el mundo entero.
Al final, todo tiene sus ventajas y desventajas y el futuro será testigo de lo que pasará. Mientras tanto gocemos de las innovaciones y hagamos de sus desventajas algo positivo.